jueves, 5 de diciembre de 2013

Cianuro en Gotas LII

Para el momento en que empiece a circular esta breve edición de Cianuro en gotas, su autor estará viajando al exterior por tiempo indefinido. Razones de seguridad obligaron a ese viaje. Sin embargo, ello no interrumpirá el envío de estos textos, que seguirán circulando con normalidad a partir de la próxima semana. La distancia no impide seguir recibiendo y difundiendo información de primera mano. La Unidad de Análisis, que desde hace más de una década recaba los datos para estos boletines, continúa tan activa como siempre. En pocos días, muy probablemente antes de que termine el año, circulará también Los papeles de Mandinga, el programa implacable. Conservará el formato que tuvo en VTV, con la absoluta independencia de internet y sin el soporte de un medio del Estado. Allí, como de costumbre, se desnudarán las trácalas de los capos escuálidos, pero también la de los corruptos, ineptos y narcos que se disfrazan de chavi stas para sus tropelías, o a los traficantes que utilizan los recursos de seguridad de Estado para fines personales, como el ridículo intento de silenciar con chantajes y amenazas a periodistas revolucionarios, que denuncian sus delitos y corruptelas.

Resultan especialmente ridículos los planes para desarrollar el turismo internacional. En la larguísima cola para pasar por migración y salir del país por Maiquetía, los ciudadanos soportan un verdadero calvario. Tras someterse a una incómoda revisión de la Guardia Nacional, tediosa, insoportable, aun mucho peor que antes del caso del avión de Air France, viene aproximadamente una hora y media en fila, en un aeropuerto sin aire acondicionado. Esa odisea hace que cualquiera que venga a Venezuela, no recomiende a nadie ese destino. Dicho sea de paso, no se ve ni un solo turista. Hay viajeros extranjeros, bien sea emigrantes que residen en Venezuela, o personas que llegaron para hacer algún negocio, pero turistas, ni uno solo. Con ese maltrato aeroportuario, además de los embates del hampa, no sorprende que nadie venga por placer.

Muy buena la decisión de Nicolás Maduro creando una comisión para investigar los delitos y el funcionamiento de Cadivi. Es indispensable sanear y darle mayor eficiencia a un organismo que, en la práctica, determina la marcha de toda la economía. Es indudable que allí hubo al menos casos aislados de corrupción y, mucho más probablemente, guisos sistemáticos. De hecho, trancaban solicitudes de divisas para importar forzando así sobornos y provocaron alza del dólar en el mercado negro, pues cuanto mayor fuera la diferencia entre éste y la cotización oficial de 6,30 bolívares, mayor era también la comisión a recibir. Eso sí, es de esperar que se reforme el COPP y se anule el infame artículo que deja libres a los delincuentes con penas inferiores a 5 años.

Para los defensores de Estados Unidos y sus transnacionales, es bueno recordar que cuando Venezuela recobró Electricidad de Caracas, empresa en manos de hampones de religión mormona agrupados en una multinacional llamada AES, entregaron la base de datos de sus clientes y muchas otras informaciones vitales, con muchos años de antigüedad, después de romper las vigentes. Todavía, a estas alturas, hay problemas por falta de datos.

Tareck el Aissami está vinculado a los capos de la mafia que controla la venta de electrodomésticos en el estado Anzoátegui. Sus paisanos y familiares tienen el virtual monopolio de los artefactos en la región y, a pesar de sus abusos y especulaciones, gozan de inmunidad e impunidad.

Aunque fueron excelentes las medidas para golpear a las mafias transnacionales del negocio automotriz, es lamentable que se mantenga la misma protección a esos bandoleros que existe desde los inicios del puntofijismo. Por alguna razón desconocida, no se permite importar carros usados, un bien muy barato en el exterior. Sería la puntilla para esas bandas disfrazadas de compañías multinacionales, que venden vehículos a cien mil dólares, que en países vecinos cuestan menos de 20 mil y que, con un par de años o menos de uso, en perfectas condiciones, pueden comprarse a menos de cinco mil, incluyendo seguro y flete. El ahorro para el ciudadano sería enorme, pero también para el Estado, que no tendría que soltar tantas divisas.



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